Se deteriora el mercado laboral en México
El desempleo cayó a 4,2% en el cuarto trimestre, un mínimo pre crisis, pero el subempleo y la informalidad están en ascenso.
- T+
- T-
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México, el desempleo cayó a 4,2% en el cuarto trimestre de 2015, su menor nivel desde antes de la crisis financiera global. Sin embargo, los indicadores de subempleo se deterioraron y la informalidad está en ascenso, lo que sugiere que detrás de las cifras oficiales de empleo, el mercado laboral mexicano se encuentra bajo crecientes presiones debido a la actual desaceleración de la economía.
La mejora en la tasa de desempleo en el cuarto trimestre se produjo a pesar de un incremento en la población económicamente activa, a 60,4%. Como resultado, el número neto de nuevos empleos creados comparado con el mismo período de 2014 fue de 1,7 millones. Los estados que mostraron los mayores niveles de desempleo fueron Tabasco, con 7,5%, seguido por Estado de México (5,5%), Ciudad de México (5,2%) y Tlaxcala (5,1%). Las menores tasas de desocupación se dieron en Guerrero (2,1%), Yucatán (2,6%), Oaxaca y San Luis Potosí (ambos con 2,7%).
Subempleo y salarios
A pesar de las mejoras en la tasa de desempleo, los subempleados (definidos como aquellos que están buscando trabajar más horas) aumentaron, llegando a 8,6% de la población económicamente activa, el cuarto incremento trimestral consecutivo. Esto marca la reversión de una tendencia de mejora en los niveles de subempleo que partió a comienzos de 2013. En tanto, el indicador que sigue una combinación de subempleo y aquellos empleados por menos de quince horas a la semana también subió a 10,8%. Otro indicador de subempleo usado por el INEGI es la tasa de condiciones de trabajo críticas (aquellos que trabajan menos de 35 horas a la semana o más de 35 horas pero ganan menos que el salario mínimo), que también subió, a 12,8%, desde 12% un año antes. Muchos de los estados más pobres del sur del país tienen tasas particularmente altas de condiciones de trabajo críticas, con Chiapas como el más problemático, con 33,1% (la vecina Oaxaca es la segunda con 20,1%). Que ambos estados tengan tasas relativamente bajas de desempleo sugiere que el subempleo es un mucho mejor indicador de las condiciones laborales reales, particularmente en los estados de menores ingresos. Aparte del mayor subempleo, la informalidad también subió 4% anual a 58,2% de la fuerza laboral (comparado con 57,9% un año antes).
Mayor evidencia del deterioro en las condiciones laborales puede verse en el alza del empleo de bajas remuneraciones. La proporción de trabajadores que gana el salario mínimo —actualmente en 73 pesos (US$ 4) diarios— subió a 14,7% en el último trimestre (desde 13,5% un año antes), el nivel más alto desde que la actual serie comenzó en 2005. Al menos una parte de este efecto, sin embargo, es resultado de la baja en la proporción de la fuerza laboral que no recibe ingresos, que disminuyó de 7,4% a 7%. Pero la baja en la fuerza laboral que recibe el equivalente a entre uno y dos veces el salario mínimo sugiere que muchos de estos cayeron a la categoría de un salario mínimo. La proporción de trabajadores en la categoría más alta de ingresos, cuyos salarios equivalen a más de cinco veces el mínimo, disminuyó ligeramente a 6,3%. Excluyendo a los trabajadores sin ingresos y a los que no reportan sus ingresos, exactamente tres cuartos de la fuerza laboral mexicana gana menos que el equivalente a cinco veces el salario mínimo, o 365 pesos (US$ 20) diarios.
Éxito parcial
Aunque el menor desempleo es un elemento positivo, particularmente en el contexto de la desaceleración económica que ha persistido en los últimos tres años, es evidente a partir de los datos que el subempleo y los salarios de muchos de los nuevos empleos creados son de una calidad considerablemente baja. Junto con el bajo salario mínimo de México (el menor entre los miembros de la OECD por mucho, y bajo incluso para los estándares de América Latina), esto no representa un fuerte impulso al gasto discrecional. Aun así, el hecho de que se estén creando empleos durante la desaceleración apunta a la posibilidad de que la reforma laboral introducida a fines de 2012 pueda tener un efecto positivo sobre la flexibilidad del mercado laboral. Sin embargo, la reforma podría tener un efecto perverso si la creación de empleos de bajos salarios se convierte en la norma incluso después de que la economía comience a repuntar.
Parece haber habido escaso éxito en abordar lo que es presumiblemente el principal problema laboral del país: la informalidad. A pesar de algunas mejoras en los primeros años del actual gobierno, liderado por Enrique Peña Nieto, la informalidad ha vuelto a subir, y parece haber pocas señales de que vaya a caer en forma significativa desde la tasa actual de poco menos de 60% de la fuerza laboral. Al comienzo de su mandato, el gobierno de Peña Nieto propuso una “cruzada en contra de la informalidad“, con la meta de reducirla a 40% para fines de su período en 2018 (la reforma laboral también pretendía impulsar el empleo formal, pero ha visto menos avances en este frente). Es poco probable que esta meta sea alcanzada. Como resultado, la informalidad seguirá actuando como un lastre sobre la productividad general, en desmedro del crecimiento potencial del país.